Todo depende del enfoque que se tenga y con el que se llegue. La educación es hoy por hoy el espacio social y comunitario mas importante y definitivo en la construcción del presente y el futuro. Pero como lo pedagógico no es instantáneo ni se puede evaluar con datos estadísticos, pareciera como si lo urgente le gana a lo importante. Entonces a las Secretarías de Educación llegan personas muy valiosas pero pareciera que su trabajo mas significativo es “administrar” instituciones, solucionar problemas, apagar incendios, nombrar maestros, etc, etc. No hay tiempo ni dedicación para la construcción de un modelo pedagógico que definitivamente se enfoque hoy en la necesidad real de un niño o niña. Repetimos enfoques educativos de hace 50 años para una infancia a la que le importa un higo lo que dice su maestro o maestra, porque no conecta con su vida presente. No tiene que ver con su mundo, No se lo prepara para manejar conflictos, no tiene herramientas para enfrentar el bulling, la frustración lo domina, la tecnología lo atrapa, la soledad lo abruma, los problemas familiares lo desbordan… pero ninguna de estas situaciones las maneja un pensum educativo, donde existan profesores que saben muy bien su lección de Ciencias e Historia, pero no emociones, ni duelos, ni manejo de la diferencia, ni autismos, ni ansiedad o depresión, ni cortes en los brazos, ni drogas,  ni expresiones como “no quiero vivir”. Pareciera si, una sociedad autista, cuya infancia pide a gritos una renovación en el enfoque educativo para que realmente este pequeño ciudadano tenga un mínimo de herramientas para enfrentar su vida. Pero no hay quien lo oriente y es presa fácil de cualquier influencer, vecino o programa que esté dispuesto a “enseñarle” para aumentar seguidores, ganar dinero o manipularlo a su antojo.

Entonces las secretarías de Educación deberían tener dos cabezas: una, necesaria claro, pero eminentemente operativa, que enfrente el día a día administrando, apagando chicharrones y otra, vital, necesaria y verdaderamente renovadora, que “piense” la educación para los niños y niñas de Cali, que construya un programa donde a diario, si, a diario, se trabaje con las emociones, con los sentires, con los conflictos. Cali no tiene que construir un plan nacional sino un plan doméstico, propio para la ciudad. Creo que debemos enfocarnos en las necesidades nuestras, las de aquí y enseñarles a las nuevas generaciones a manejar situaciones. Creemos que los niños “saben” que es bueno y que es malo, (lo que no siempre es cierto) no se los escucha y por la angustia de “imponer” un criterio, terminamos alejándolos de nuestra mano. No confían, no creen, tienen miedo.  ¿Existe una cátedra en Cali que enseñe a manejar el miedo? ¿Quién les habla de la muerte?

Entonces Sara, creo que hay que “ampliar” la mirada y no solo transporte, locales, alimentación física deban ser la prioridad. La nutrición emocional es tan necesaria como la física y no se escuchan planes para su mitigarla. Claro, en lo emocional el resultado no es instantáneo ni se podrá evaluar en seis meses. Aquí, hay que sembrar para cosechar. Pero empezar a mirar diferente sobre lo prioritario en educación es vital. Dejarle a la ciudad el legado de manejar la educación desde otra perspectiva es ya sanador. Porque es desde la educación como se cambia el mundo y quisiéramos poder escuchar “otro” discurso. No podemos seguir repitiendo fracasos…

Gloria H. @GloriaHRevolturas

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