La violencia contra la mujer no empieza en la relación de pareja. Impactan los feminicidios y son los que producen los mayores cuestionamientos a la sociedad y a la cultura. Pero mañana 25 de Noviembre que se conmemora el día de la no violencia contra la mujer, sería importante darle una mirada al hogar, al lugar donde una niña se forma, confiando en que su padre y su madre son los seres que mas la quieren y apoyan. Pero desafortunadamente puede ser el lugar donde “aprende” que el amor viene cosido con maltrato y por ello busca desde su inconsciente repetir el patrón con el que fue educada. “Los que me quieren son los que me maltratan. Acepto que mi pareja me maltrate porque eso fue lo que aprendí que era el amor”.
Alguna vez recibí en el consultorio la confesión de una mujer que muy segura expresó: “ya no me pega, ya no me quiere”, dando por obvio que si alguien la quería, la debía golpear. Porque esa fue la manera que se le enseñó cómo se demostraba el afecto. En la infancia se aprenden comportamientos, valores y actitudes de acuerdo a papá y mamá, sin evaluar si son correctos o incorrectos: es lo que se vive. Cuantas veces una mujer, por su propia mala autoestima, al nacer su hija expresa: “pobrecita, nació mujer, nació para sufrir”. En la cadena de los ancestros, ser mujer no es un género valorado. De generación en generación, se ha creído que la mujer es una esclava que debe estar al servicio del hombre. Y cuando el varón la “escoge” debe agradecer (si agradecer) que se digne mirarla y quererla, quedando una deuda que el poderoso cobra por doquier. La esclaviza para que esté solo a su servicio pero la premia con su toxico e interesado amor. Y ella, mujer, acepta su destino. Las relaciones madre hija no son las mas fáciles porque las frustraciones de la esposa-madre pueden recaer fácilmente en sus hijos, donde el varón “reemplaza” al mal marido y es privilegiado y la hija recibe toda la frustración materna por ser como ella. Nada fácil.
¿Cómo es el trato de la madre frente a un hijo hombre y una hija mujer? La madre puede ser absolutamente descalificadora con su hija, exigirle mas, cuestionarla mas, en una proyección de su propia vida sometida y desvalorizada. La hija resiente el dolor de lo femenino transmitido por la madre. La carga despectiva y descalificadora contra la mujer se aprende en la cotidianidad del hogar y no es fácil romperla. ¿Cuántos hogares prefieren tener un hijo hombre a una hija mujer? Las canciones refuerzan el deseo. El hombre que anhela un hijo y le nace mujer… Cuando en el presupuesto familiar no hay dinero para estudios de los hijos, ¿a cuál se privilegia?
Los feminicidios son el último eslabón de una cadena de descalificación que se origina en casa, en la actitud de padre y madre frente a su hija. Es hora de mirar el hogar donde las niñas se educan, donde se convierten en mujeres desvalorizadas y maltratadas. Cuando la mujer aguanta y aguanta maltrato hay que revisar que tanto lo soporta porque al menos este hombre dice quererla. Mas vale algo que nada. Y su necesidad afectiva es tan grande que las migajas del hombre maltratador sirven y alimentan. La violencia contra la mujer desafortunadamente viene empacada desde el hogar y pueden ser papá y mamá los que inician la cadena de maltrato.
Gloria H. @GloriaHRevolturas