No es accidental que a la patria se la identifique como madre. Al lugar donde nacemos se lo reconoce como nuestra cuna, el espacio donde venimos a existir como terrícolas. Algo semejante a una madre que nos da a luz en un determinado territorio, nos acoge como sus hijos, nos da su identidad y tenemos “sus” apellidos. Los demás que nacen en el mismo lugar son nuestros hermanos y es así como se construye simbólicamente la familia nacional. El padre es el Estado (Constitución y leyes), encargado de reglamentar la convivencia y las relaciones familiares.
¿Qué pasa con nuestra madre Patria? ¿Qué le pasa a ella cuando la sentimos tan lejana a las necesidades y reclamos de sus hijos? ¿La problemática nacional está acaso, en la “sordera” de la madre Patria o la falla se ubica en las transgresiones a la ley del padre Estado? Una madre amorosa acoge pero requiere de la colaboración del padre para equilibrar la educación de sus hijos. La madre Colombia es espléndida en su naturaleza, en la calidad de muchos de sus hijos que la hacen sentir orgullosa de su descendencia (deportistas, artistas, escritores), ¿pero la “vergüenza” nacional acaso dependerá de la violación constante a la Ley, por parte del padre Estado? Lo que necesaria pero dolorosamente lleva a la comparación del momento entre, por ejemplo, los ciclistas que corren en Europa y los militares mercenarios de Haití. Los unos, hijos de la Ley, de la norma, del “Dios y patria” y los otros hijos de la tierra, de la naturaleza, de la creatividad, si se quiere, hijos sobrevivientes en medio de las penurias de la cotidianidad. ¿Cómo explicarlo? ¿Cómo entenderlo?
Los gobiernos de turno, los políticos que “hacen” las Leyes, la forma como se aplica la Justicia, parecieran que fueran las consecuencias del padre Estado transgresor y corrupto, que cree legitimarlo todo solo amparado en su poder. Mientras, el pueblo, la informalidad, la recursividad, el ingenio nacional, parecieran ser los representantes de la madre Patria que debe sobrevivir con las uñas, al margen del poder. Y es entonces cuando surge el requerimiento para ese padre Estado al que pareciera le quedó grande la madre Patria. Como en tantos hogares colombianos donde la madre es cabeza de familia y la ausencia del padre es notoria. No basta con engendrar hijos y asumir posiciones autoritarias, controladoras y de represión. No bastan las Leyes para hacer un mejor país. Los deportistas y los mercenarios militares son, dolorosamente una radiografía de la realidad colombiana. No son todos los militares, no son todos los deportistas. Pero la síntesis es contundente. ¿Es lo “natural” o lo creado lo que enferma a Colombia?¿A dónde deben realizarse los correctivos?
Los hijos e hijas de la madre Patria y del padre Estado aprenden de aquello que sus “progenitores” transmiten. Cuando se habla de la esencia del individuo colombiano, por lo general hay una referencia a su bondad, a su ingenuidad, a su creatividad. Cuando se habla de las Leyes y normas colombianas surge el concepto de transgresión. El gobierno no es responsable de cada militar que se retire, pero parece que se los educara para servir y obedecer pero no para conectarse con lo correcto o incorrecto. Madre Patria o padre Estado ¿dónde esta el quiebre?
Gloria H. @GloriaHRevolturas