Sociedad patriarcal no significa “tan solo” una sociedad donde los varones mandan, disponen y gobiernan. Existen mujeres patriarcales, como también existen actitudes, ideas y creencias patriarcales. El concepto patriarcal, en definición simple y primaria, es lo que se quiere imponer, aquel o aquella que necesite someter como prueba de su poder y jerarquía. El concepto patriarcal no acepta ni diálogo ni concertación. Es totalmente autoritario y “solo” él tiene la razón. Los otros siempre están equivocados. Necesita humillar y doblegar. De allí que las diferentes revoluciones del mundo entero son el estallido de una cultura que ya no quiere seguir siendo sometida y reclama, a gritos, participación y escucha. Efectos de la revolución femenina. Pero no puede desconocerse que en el proceso de cambio de creencias existen muchos con el deseo de cambiar de rol: si antes usted me sometió, ahora sueño con someterlo. Lo que en definitiva sería “el mismo perro con distinta guasca”.
Concertar no es un término fácil porque significa que en todos los bandos hay algo de razón. Y claro, un acuerdo significa que todos pierden y todos ganan. Pero el gran logro es escuchar y no imponer. Mucho menos provocar. El desafío es una forma ruin de la cultura patriarcal que se siente perdiendo el poder y entonces, a cualquier precio, impone su criterio. Su objetivo es agredir, doblegar, humillar al interlocutor. Putin es la representación mas claro de lo que es un patriarca. Por lo mismo no puedo entender, ni siquiera asimilar, ¿cuál es la necesidad de tumbar el monumento de La Resistencia? ¿Qué clase de venganza o retaliación existe para derrumbarlo? ¿Será acaso la necesidad de cobrar, humillar, tan propia de la mentalidad machista? Sí, ya oigo su argumentación: “tumbaron a Belalcázar, tenemos “derecho” a tumbar el otro porque “no nos gusta”. Si ellos derribaron, con razón o sin ella, nosotros también. Nadie con mas poder”. Sin embargo, es importante detener este partido de ping pong: me la hace, se la devuelvo y sigamos. Hay que tener un momento de concertación y claro de madurez.
La mirada de inclusión no es sencilla, pero es aceptar que el mundo evoluciona, nada permanece. No estamos congelados. Hay tantos errores en el pasado que cuando se logra que la verdad se destape, lo importante es lograr el equilibrio entre lo que se creyó (pero ya no es) y lo que se da hoy en día. Es sorprendente cómo el presente cambia el pasado. Pero el ánimo de revancha se percibe en la insistencia en tumbar el monumento construido en circunstancias especiales que dejaron al descubierto desigualdades e indignación que deben superarse. Tanto que se ha criticado la primera línea de la resistencia, ojalá no se geste “otra” primera línea en el otro bando porque entonces no habrá opciones de conciliación. La doble moral al rojo vivo: malo que lo hagan otros, pero bueno que lo haga yo. Tumbar a Belalcazar no borró heridas del pasado pero si obligó a repensar la historia. Pero qué paradoja a Belalcazar lo puede ayudar a ubicar y a sostener el monumento de la Resistencia. Mutuamente se pueden “apoyar”. Porque Cali nunca volverá a ser la misma así coloquen de nuevo a Sebastián y no derrumben el otro monumento. ¡No podemos borrar íconos de nuestra realidad! Debemos caber todos…
Gloria H. @GloriaHRevolturas
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