¿Amanece con un ataque de mamitis incontrolable? ¿Sin definir donde pasar el 24? ¿Sin “escoger” con cual familia estar la Nochebuena? La Navidad es una época propicia para hacer balance del escalafón de nuestros afectos y darnos cuenta real de cuáles son esas prioridades, independiente de lo que “deberían ser”. No existe ninguna otra fecha en el calendario que ponga tan a prueba nuestras elecciones del corazón. Porque en definitiva ni siquiera es lo que hagas sino lo que sientas. En aras de la concordia y armonía familiares puedo disfrazarme y representar un buen papel pero sintiendo que hoy 24 “debería” estar en otro lugar. Sin embargo… claudico para evitar líos. Pero Diciembre le toma una fotografía al escalafón afectivo y es importante reconocerlo porque muchas actuaciones en la vida, dependen de esa jerarquía. ¿Cómo funciona?
Allí, brillando con luz propia está la madre, la mujer que nos trajo al mundo y que en muchas ocasiones dizque queriendo lo mejor para nosotros, termina “atrapando” en sus redes afectivas. Muy segura pontifica “primero conociste máma que esposa” para sumergir al hijo o hija en el espantoso mundo de la culpa. Y torpedear, de paso, cualquier relación amorosa que el “atrevido” se arriesgue a vivir. El amor de madre es maravilloso pero también puede ser nefasto. Los hijos no son propiedad de los padres y dejarlos volar es el compromiso del afecto. Ponerlos a decidir entre la pareja y los padres, es un acto de egoísmo gigante. Bert Hellinger dice que “un buen hijo nunca crece” lo que significa que si el hijo decide vivir para complacer a sus padres y renuncia a su propia vida, será siempre el niñito que no maduró y su proceso de crecimiento rozará con lo patológico. Crecer significa en muchas ocasiones “traicionar” a los padres para asumir la propia vida. Los hijos no son clones… el linaje se construye “dejando a papa y mamá” y edificando una relación auténtica con mi pareja. Y esa pareja es ahora mi familia prioritaria. Y debe ser elegida por encima de cualquier otro afecto. ¡Así se construye linaje!
Pero si infectado de mamitis, crees que Navidad debes pasarla con tus padres, dejando a un lado tu pareja para que a su vez vaya a la casa de sus padres, jamás has salido de tu nido materno aun cuando duermas en otro. En tu escalafón afectivo el enredo es mayúsculo y a los hijos de esa nueva “infantil” familia les salpicarán las consecuencias. Vivo con alguien y ese alguien debe ser mi prelación. Por ello es tan importante la escogencia afectiva de pareja porque mi elección representa la persona que justifica que por ella suelto a mis padres. No es abandonarlos, mamá, pero ayuda por favor a que se puedan ir sin culpa, a que crezcan y disfruten su nuevo rol de adultos. Que rico la familia reunida, pero debo aceptar que el núcleo familiar crece, se mueve y lo valioso es el respeto por la autonomía de cada quien. El amor no puede ser ni cárcel, secuestro o chantaje. El amor de madre se pone a prueba sabiendo que no se educa para manipular y atrapar sino para que vuelen. Vivir “solo” para sus hijos, sobre todo mamá, genera una factura de sacrificio que siempre queda guardada… Entonces, 24 con respeto y autonomía, escogiendo prioridades afectivas de hombre y mujer adultos. No estamos solo para complacer a nuestros padres. Su mayor legado es que podamos volar. ¿Lo practicas?
Gloria H. @GloriaHRevolturas
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