Parece un contrasentido por ello le recomiendo leer con cuidado. La Psicología no es un cúmulo de opiniones donde puede pontificarse lo que “me parezca” porque “creo” que así es. O porque “lo he vivido” y por ello creo que esa es la verdad universal. Allí esta la senadora Cabal desde “su saber” promoviendo discriminación contra la mujer, al fomentar la desigualdad de género a través de cuestionamientos a políticas de igualdad del ICBF. Cuántas mujeres lloraran por actitudes como la de la señora Cabal, que desde su ignorancia, considera que “su” verdad es Ciencia. Aquí si, como lo dijo ella alguna vez, “estudie vaga”.
El abuso sexual es sin lugar a dudas totalmente condenable. Y cuando es un adulto abusando AGRESIVAMENTE contra el niño y la niña, queda ese dolor infinito que nunca se borra. Por lo general el abusador es una persona cercana al abusado. Pero, ojo, hay un abuso sexual “placentero” porque no es ni con agresión, ni con sometimiento, ni con acorralamiento. Un papá, por ejemplo, con dulces, cosquillas, risas, juego y complicidad, puede abusar de su hija, tocarle los genitales, hacer que el niño lo toque a él “pero es un juego” y aparentemente (ojo) aparentemente el niño o niña consiente. “Es nuestro secreto” y esa complicidad perversa para el niño o niña es agradable. Es su papá, su hermano, el que le da gusto, el que le regala cosas y además “le hace sentir rico”. Hay que saber que la sexualidad no “la conectan” a los 12 años. Somos sexuales desde que nacemos y por ello sentimos en nuestro cuerpo la satisfacción de una caricia, el placer en los genitales, la delicia del alimento agradable. Y si, para completar el panorama, existe una deprivación afectiva en el niño o niña, ese espacio de “abuso sexual” se vuelve placentero y chévere. El niño o niña pueden querer repetirlo porque es satisfactorio. El perverso es el adulto que genera una confusión total en el pequeño: le enreda las sensaciones y emociones. De allí que la prostitución infantil no sea fácil de erradicar cuando existen tantas carencias afectivas “si me hacen rico ¿por qué es malo?”.
Las complicaciones están a la orden del día. El niño o la niña que disfrutaron con ese abuso sexual, se llenarán de culpa por haber sentido rico en situaciones que ahora saben son malas, pudiendo bloquear toda posibilidad de placer sexual para el futuro. No puedo, no me lo permito, soy malo o mala. Por ello creo que este abuso sexual “placentero” es mucho mas peligroso que el agresivo, porque instala en el ser humano una confusión (la perversión) difícil de sanar. Contamina la vida de hombres o mujeres, condenándolos a arrastrar el peso de un placer que se vivió en el momento equivocado, con las personas equivocadas. Y aun que no lo crea, este perverso abuso abunda en los hogares, por lo que la cadena perpetua jamás lo erradicaría. Es silencioso, perverso, oculto. ¿Cómo le dices a una niña de 4 años que su papá “tan amoroso y querido” es peligroso? ¿Cómo distanciarla del generoso tío abusador?
Mientras se habla de cadena perpetua para violadores con el ánimo de proteger a los niños, dos chicos desfilan “armados”, delante de la plana mayor del gobierno. ¿Política de estado o necesidad de subir en las encuestas? Por ahora, cantos a la bandera que distraen, embolatan y… se desvanecen.
Gloria H. @Revolturas