Esta podría ser la plegaria de muchos seres reclamando orientación para sus vidas. ¿Qué se hizo la promesa de que si “somos buenos nada malo sucede”, de que el camino está protegido, de que creer en Dios garantiza el futuro? ¿Qué se hicieron estas creencias, a donde fueron a parar? ¿Eran mentiras? ¿Quién las invalidó? Porque el quiebre del libreto, el desbarajuste de convicciones seguras y definidas, nos matriculó hoy en un mundo de incertidumbre y desasosiego que tiene a los centros de salud colapsados, no solo por enfermedades emocionales, sino también porque el cuerpo “habla”, somatizando lo no dicho. En Colombia y en el mundo… ¿Dónde está el Dios que soluciona, que protege y cuida a su redil?
Semana Santa es época propicia, no para refugiarse en un templo, sino para arriesgarse a mirar para adentro, a escuchar la voz interior (¿la reconoce?) y resetear el casete de nuestra vida. A las buenas o a las malas, son las circunstancias presentes las que “obligan” a intentar construir nuevos referentes, a evaluar qué es lo verdaderamente importante, cuál es el sentido de la vida y claro, a pensar en la muerte. ¿Por qué no nos prepararon para este tsunami? ¿Era necesario vivir la inocencia, la ingenuidad de la inconsciencia, para transitar hasta la conciencia y caer en cuenta que somos los artífices de la vida y no hay a quien responsabilizar de nuestros actos y nuestro destino?
No sabemos oírnos, le tenemos terror al silencio por eso siempre hay ruido a nuestro alrededor, empezando por la multitud de pensamientos que invaden la mente. Aturdirnos pareciera ser una forma de sobrevivencia. Es importante al menos por estos días, intentar conectar con el inquilino de cada quien, escucharlo. Si, hay “alguien” adentro que “habla” pero ni fuimos preparados para oír, ni reconocer cómo se comunica. Hay miedo… “El camino hacia la sanación comienza desde la sabiduría interior, esa voz que guía con suavidad, que te recuerda lo esencial, que susurra cuando todo afuera guarda silencio, porque es desde la resonancia del corazón donde se crea la claridad para transformar tu vida”, escribió Jorge Carvajal. Semana Santa no debe ser una ocasión para “repetir” oraciones en automático, ni para golpes de pecho, ni para creer que soy buen cristiano porque rezo el viacrucis. Espiritualidad y religión no son lo mismo: se puede vivir sin religión pero negar la dimensión espiritual o trascendente, nos zambulle- en un vacío desesperanzador. La espiritualidad es necesaria como parte de la salud emocional. Las preguntas sobre el sentido de la vida no tienen respuesta material, laboral, ni siquiera afectiva. Nada ni nadie “afuera” puede darle solución.
¿Y qué o quién es esa voz? ¿Con que me encuentro en el silencio? Si ya logras escucharte, si ya puedes aceptar el no ruido y la quietud, abres portales para comunicarte con tu verdadera esencia, con la voz de la conciencia, la voz que nunca se equivoca, en definitiva, la voz de Dios. Esa chispa divina está en nosotros, solo debemos despejar el camino para oírla, o si prefieres, para “conectar” con la energía universal. Chopra decía que allí, en ese lugar está la sabiduría del corazón, lo que empodera y da seguridad. Hay que entrenarse para escuchar y derrotar el vacío. Es reconocer que somos una ola del inmenso mar. Nunca se está solo porque la conexión siempre está activa. ¿Acaso no aprendimos que Dios está en todas partes, incluido el mundo interior?
Gloria H. @GloriaHRevolturas
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