Difícil no impactarse con las tomas de jóvenes agrediendo a la policía, violentando espacios públicos, dañando pisos y paredes en la Plaza de Bolívar en Bogotá. Impacta. Existen varias maneras de observar los hechos. La primera, arcaica y elemental, “cojan esos hp y cástrenlos”. Mas suave “agárrenlos, métanlos a la cárcel”. El espectro de reacciones es múltiple. Pero hay una que debe hacerse y toca a cada “espectador” de los hechos. ¿Cómo estamos contribuyendo a educar vándalos? ¿Cómo ud, yo, desde nuestro cómodo sillón frente al tv, participamos de la “educación” y multiplicación de vándalos?
No es un fenómeno colombiano. Sucede en varios lugares. Lo primero que hay que aceptar es que al lado de todos los desarrollos tecnológicos y los grandes avances de la humanidad, se levanta una generación de jóvenes llena de ira y agresividad. Multitud de ellos que quieren destruir, no miden consecuencias y sólo el desafío a “lo establecido” los motiva a actuar. Destruir, destruir ¿Por qué? No existe familia, valores (?) educación, nada importa. Son fácilmente reclutados por el odio y el desafío. ¿Qué guardan en su interior? ¿Qué los lleva a esas actitudes?
Se pueden realizar múltiples interpretaciones pero existe la Ciencia y es importante acudir a ella, recordando que los avances científicos no son para “encerrarlos” en un laboratorio. Ciencia que no contribuya a la vida cotidiana no cumple con su tarea principal. La Psicogenealogía plantea muy claramente que “heredamos los problemas de nuestros antepasados”. Los pendientes del alma familiar “se pagan” porque a través de los campos morfológicos o las células espejo se hace lealtad con el antepasado “cargado” y se vive, en el presente, su problemática. Entonces, ¿cuánta violencia y agresividad tienen nuestras historias? No las podemos cambiar pero si se pueden “limpiar” a través del conocimiento y la conciencia del hecho. Un acto simbólico repara y oxigena. Cuántos de estos muchachos están cargados de “pendientes” donde exclusión, discriminación, desplazamiento, muerte, miedo, odio o ira “alimentan” sus historias familiares. Aquí existe una responsabilidad social.
La otra “contribución” a formar vándalos está en la manera como se piensa y se habla. El pensamiento y la palabra son energía. “Cargar” con insultos, malos deseos el campo energético significa que se contribuye a que los hechos sucedan. ¡Lo dicen los científicos! Jean Pierre Garnier y su teoría del doble explica cómo se construye aquello en lo que crees, para ti o para otros. Es la Ciencia aplicada a la vida diaria. Una cosa es disentir, no estar de acuerdo, hablar las diferencias. No se dialoga para ponerse de acuerdo sino para conocer lo diferente. Otra situación es insultar, desear la muerte, enlodar al otro. Impacta la forma como un miembro del ejército asesinó al exguerrillero. Pregunto si este deseo de odio nacional no está creando el campo morfogenético para que ahora algunos miembros de las Fuerzas Armadas (policías en la calle y otros) “asuman” el rol de “malos” de antiguos guerrilleros. ¿Siempre “necesitamos” malos? El pensamiento crea realidades, dice la Ciencia. Tu pensamiento puede ser diferente pero no tiene que insultar y menos desear el mal. ¿Eres padre o madre simbólica de vándalos? No es chiste…
Gloria H. @Revolturas @viganhajdarii