Existe un producto relativamente nuevo en el mercado, un producto que genera grandes sumas de dinero, en apariencia virgen en su implementación. Pero sorprende cómo atrae y seduce. Apenas ahora se empiezan a conocer y evaluar sus alcances. Estamos hablando del mundo infantil, la nueva mercancía de la sociedad de consumo. Explico: durante siglos la humanidad alimento la teoría del homúnculo (hombre pequeño y débil) que afirmaba que en el espermatozoide había un adulto en miniatura que aumentaba en sus dimensiones pero que permanecía inmutable desde un punto de vista físico y psíquico. De allí que a los niños no se los valorara y se los representara como adultos poco desarrollados, hasta deformes, y se los castigara fuerte y cruelmente, cuando mostraban comportamientos poco responsables, porque eran adultos en “pequeños envases”. Tuvieron que llegar Rousseau, Freud, Piaget y otros pensadores para que la humanidad cambiara el chip sobre lo que es un niño. Y claro, efecto ley del péndulo, nos fuimos para el otro extremo. Si antes eran invisibles, ahora son luminarias: todo gira en torno a ellos hasta el punto de que “por nuestros niños” se hace cualquier cosa.
Entonces los ves en las calles, al lado de su madre, padre o “mentor”, pidiendo limosna, y definitivamente “conmueven”. ¿Cómo negarles una moneda? Los adultos que los acompañan saben muy bien que son “mercancía” que produce resultados. O como magníficamente documentara Ossiel Villada en su artículo del viernes, son presa fácil del encantamiento de los juegos electrónicos que producen mucho dinero. No importa lo que suceda con su psiquis, ese no es problema del comerciante del juego. Con tal de vender… si el niño se idiotiza es problema de sus padres o del Estado, pero nunca del “negocio”. Es tan grave la situación que el gobierno Chino “por decreto” ordenó el número de horas que un niño debe jugar en la semana. Es mandato de Estado. Para el negocio de juegos electrónicos, nada importa…
Y qué tal las canciones de Maluma, Balvin y otros “desinteresados” cantantes? Perra, gata en celo, “estoy con calentura, necesito un perro para quedarme pegada”. El negocio que explota al mundo infantil “vende” y lo único que interesa es producir, ganar y acumular dinero y fama. La infancia explotada al máximo para que el negocio continúe. La cadena perpetua para violadores de niños, en Colombia, también se volvió asunto de venganza, poder y política. En la mitad de esta tramoya, otra vez el mundo infantil como si la cadena perpetua les aportara a ellos. Como si esta medida se hubiera hecho para favorecerlos o mas bien para perpetuar la idea (bien intencionada) de una mujer pero que muy poco construye. Emociones adultas manipulando el mundo de los niños.
Un niño no es un “humano poco desarrollado” ni menos, “alguien” que no se da cuenta de lo que sucede, un irracional. No es sometiéndolos, ni engatusándolos, ni comprándolos. Merecen respeto y valoración. Hay que aprender a conocerlos y no usarlos como recipientes de las frustraciones de los mayores. No vienen al mundo para reparar nuestras vidas. Son frágiles (dependen) pero no idiotas para no captar intenciones. Menos aun, no son mercancía por explotar. Vivirán en el mundo que los intereses económicos les permitan construir. ¡Qué responsabilidad!
Gloria H. @GloriaHRevolturas