A raíz de la pandemia, los políticos guiados por los científicos, priorizaron la salud física dándole prelación a “salvar organismos”. Sí, sin cuerpo no hay vida, es claro, pero el organismo no solo lo componen “los huesitos y la carnita”. Las emociones, las sensaciones, el sentir, fueron desechados como si no existieran. Entonces, en aras de conservar la salud física se obligó al aislamiento. Hasta se atropellaron edades (“abuelitos”) en búsqueda de salud física. No al contacto entre unos y otros. Es peligrosa la cercanía, tocarse, abrazarse, reunirse. El ser humano resultó amenazante para otro humano, a pesar de sabernos sociales por naturaleza. Entonces la frontera se demarcó y mucho de lo que protegía la salud física, lesionó la salud emocional. Las precauciones físicas se convirtieron en perjudiciales para las emociones. Se priorizó un lado del espectro, desconociendo la totalidad. Esas emociones reprimidas, esa sensación de querer tocar, ver, sentir, de estar en contacto con mas gente, es lo que hoy lleva a explicar el desbordamiento que se ve en las calles y cómo una oportunidad de fiesta se vuelve una necesidad compulsiva. Se cuidaron cuerpos pero se lesionaron mentes. Entonces…
No se cuantos contagiados saldrán de las fiestas en los barrios populares, en los clubes sociales, en las casas familiares o de amigos. Cuánta gente, en el mundo se contagió porque ya “no da mas”. Sin embargo, se percibe una necesidad de expansión, de excitación, como si se hubiera salido de un secuestro. La gente está en la calle, “no se cuida”, pero es que dos años de encierro, de amenazas “se van a morir”, cuídense alejándose, cuídese encerrándose, aguante presión, exigencias, confinamiento, su familia “encima” 24/7/30… créanme no es fácil de manejar. Ni de resistir. Se percibe la saturación… cuántos en aras del presente (en definitiva lo único real), se la juegan toda porque no parece existir la posibilidad de que esto llegue a un final. Cuídense para el futuro pero tampoco hay presente… El desespero genera intolerancia y desbordamiento. No hubo atención ni cuidado para las emociones. Existieron miles de anuncios de cómo cuidarse físicamente, (manos tapabocas, distancia), pero no se priorizó ninguna campaña en Medios sobre cómo descargar emociones antes de que estas se desbordaran.
La gente se gozó la Feria. ¿Irresponsables al haberla planeado de esa manera? ¿Irresponsable la verbena del Ulpiano Lloreda? Difícil respuesta porque las emociones también requieren atención. La salud física y la salud emocional son aspectos complementarios de una misma realidad. El desbalance “a favor” de un lado, en detrimento del otro, es muy grande y es necesario permitir momentos de expansión. No solo en Colombia: el mundo busca respuestas mas claras. No las hay pero eso no elimina la desconfianza, el desespero y los deseos de tirarlo todo por la borda. ¿Nos han mentido? Equilibrar es el concepto adecuado, porque salud física y emocional van de la mano. Después de una reunión donde hubo risa, fiesta, comida, baile, es posible que la salud emocional haya tenido un respiro. Hay quienes te dicen “pude volver a gozar…”: eso significa mucho. ¿Usted sabe el precio de una abstinencia de alegría, de regocijo, baile, contacto, después de 20 meses? Equilibrar, equilibrar…
Gloria H. @GloriaHRevolturas
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