La “película” Trump-Petro es una acertadísima fotografía del mundo interior de los “espectadores”. El film fluye en el exterior, en un contexto internacional, pero la forma en que se interpretan la trama y el desenlace, refleja las prioridades, los intereses, las creencias de quienes la observan. Entonces, escuchar esas explicaciones retrata el interior de quien opina. Es como si la vida hubiera quitado las máscaras para reflejar el yo personal. No existen “equivocados”: solo miradas diferentes ligadas a creencias e intereses que muestran de cuerpo entero una filosofía de vida. No hay fallas en el enfoque: solo se desnuda frente al mundo para expresar quien se es verdaderamente en el interior. ¿Cuáles son las prioridades? ¿Mundo económico? ¿Salud mental? ¿Qué está dispuesto a ceder? ¿Con que valor o creencia no negocia? ¿A qué le tiene miedo?
Entramos a una Torre de Babel que en términos semánticos “representa la difusión de las diversas lenguas que se hablan en el mundo y el inicio de algo tan importante para los humanos como la comunicación.” Porque lo claro y contundente es que no habrá un consenso para interpretar la película. Pocos acontecimientos nacionales han mostrado la inmensa diversidad de criterios en una nación como la nuestra. No recuerdo en los últimos años un momento donde confluyeran tan diferentes miradas sobre un mismo hecho. No lo hay, no existe. Desde censurar al Presidente porque escribe a las 3 de la mañana, desconociendo que hay mentes que son absolutamente creativas en horas nocturnas, (¿quién dijo que todo el que trasnocha es drogadicto?) cómo desconocer la reculada que también dio Trump ante la situación, análisis que comunicadores de otros países hicieron con menos carga emocional descalificadora. Canadá y México no tienen a un presidente escribiendo a las 3 am pero ya deben aguantar las explosiones y actitudes de un hombre autoritario que cree que el mundo es su patio de recreo. Aquí en Colombia, como en cualquier lugar del mundo, mas tarde que temprano caeremos en sus garras. Y no es la personalidad de Petro ni un acontecimiento específico, lo que desatara el atropello. El “personaje” hará lo que le dé la gana…
Por ello, esta película es un ejercicio muy interesante de tolerancia y respeto por la diferencia. Aprender a escuchar es prioritario. Además, el que existan tantas miradas para una misma situación, muestra el valor de la pluralidad. Pero no se alcanza al equilibrio. Hay algo inexplicable en la condición humana. ¿Se deberá, acaso, a la biología, a una maldición, a una venganza cósmica, a pertenecer a un planeta purgatorio, o a un planeta puente, a una guerra de dioses, al aire que se respira, a una cuenta de cobro de la naturaleza? Evoluciona la tecnología, se modifica la ciencia, las comunicaciones son a millón pero… terminamos sin respetarnos unos a otros. Nos matamos, nos aplastamos, nos humillamos, nos despreciamos. Se cree que existen humanos superiores y humanos inferiores. Como dice Borja Vilaseca, necesitamos “agitadores de conciencias”, necesitamos disruptivos, divergentes, personas que se salgan de la manada y ayuden a mirar diferente. Pero ¿de qué manera o para qué lado? ¿La ideología es tan radical que sólo existen “los míos” y los otros, los que están “contra mi”? ¿Qué es lo bueno, qué es lo malo? La cinta apenas inicia…
Gloria H. @GloriaHRevolturas
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