Algunos videos de Navidad que buscan generar conexión, vínculos familiares, reencuentros y calidez de hogar, traen como mensaje la vida de hombres y mujeres “ancianos”, personas de edad (70, 80, 90 años) en mundos “quietos”, pasivos, sobreviviendo en medio del abandono y la soledad, esperando el desenlace de sus vidas. No debe ser coincidencia que no sea solo un video, sino varios que transmiten el mismo lenguaje, para construir tendencia o idea generalizada. Pobres viejitos, hay que cuidarlos con una cierta conmiseración porque sus vidas pasivas y sin sentido, ameritan una mirada compasiva. “Cuida a los que te cuidaron” es el mensaje. Y aun cuando la intención pareciera buena, aquí vale preguntar si el remedio no resulta peor que la enfermedad. El poder de la publicidad para generar creencias es innegable y en definitiva terminamos actuando de acuerdo a ellas. ¿Cuál imagen de persona mayor dejan estos videos? ¿Cómo no rechazar la vejez cuando se la “vende” de una manera tan trágica y victimizante? ¿Los publicistas acaso no conocen historias de hombres y mujeres mayores con energía, proyectos y sentido de vida, diferente al viejo paradigma de abandono, pasividad o soledad?
No quiere decir que no existan casos como los de los videos. Pero es fatal no equilibrar con una mirada que guarde todas las opciones. La publicidad muchas veces es experta en movilizar culpas. A través de la victimización y la culpa no se teje salud mental tan necesaria en la construcción de calidad de vida. Porque también hay que preguntarse cómo fue la vida de todos los “abandonados”, cómo construyeron (o destruyeron) lazos y vínculos familiares, qué tan controladores y autoritarios fueron. Al ver a una persona mayor no se puede concluir que está “sola y abandonada” por decidia e indiferencia de los suyos, sino qué tanto «se ganó” ese rechazo por su forma de tratar a los mas cercanos. El asunto tiene dos miradas y es necesario incluirlas. No es justificar el abandono pero créanme que “cuidar” a un padre violador o a una madre castradora, no es nada fácil. Las relaciones familiares se construyen y dejan huella. Ser familia no significa “amor eterno” trasmitido en la sangre. No hay que olvidar que como dicen las estadísticas, la familia es el lugar mas peligroso para una mujer y los niños. Entonces ¿todos los adultos mayores deben ser queridos “per se”?
Victimizar al adulto, mostrarlo como indefenso es una parte de la realidad para producir compasión pero como faltan otras aristas, puede lastimar y confundir. Lo significativo es que podemos enseñar a construir “edad adulta” desde la niñez y la adolescencia, creando autonomía y valoración personales. No hay que olvidar que las nuevas generaciones (30 y 40 años) no están tendiendo hijos y una mascota no podrá “cuidarlos”. Esta es posiblemente la última generación donde los hijos se hacen cargos de sus padres mayores. Por eso hoy, cualquiera que sea tu edad, estás construyendo tu vida de adulto mayor. Entonces qué tanta independencia practicas, que tanto tienes mundo e intereses propios, que tanta red social alimentas. Cuando menos pienses serás anciano. Y cada quien escoge a qué grupo decide pertenecer: a los que están muertos en vida y generan compasión o a aquellos que sienten que la vida está viva hasta el último suspiro y vale la pena sentirla. ¡Tu decides!.
Gloria H. @GloriaHRevolturas
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